Un furancho como tal es una parte habilitada de una vivienda particular que se abre al público unos meses al año para vender el excedente de vino casero que aún le queda de la cosecha del año anterior. Los furanchos sólo podrán abrir durante un máximo de 3 meses al año. Por normativa, la temporada de furanchos comienza el 1 de diciembre y finaliza el 30 de junio, pero estas ordenanzas son locales y pueden variar de un municipio a otro. Además, si algún furancho acredita la necesidad de abrir más tiempo podrá hacerlo pero no más allá del 31 de julio.
Se puede conocer de primera mano la cultura y tradiciones de Galicia, acompañadas de productos caseros y de temporada, preservando el patrimonio. La actividad también permite la conservación del medio ambiente, al mismo tiempo que se cultivan productos de temporada, sin renunciar a la calidad y propiedades naturales. Económicamente, la práctica permite a los productores locales permanecer en el sector de la restauración, incluso destacarse en él como un nuevo “producto eco/bio/eco amigable”.
Furancho ofrece servicio de restauración pero, a diferencia de los restaurantes modernos y/o actuales, estos se encuentran en espacios de gran tradición en Galicia. Además, cabe destacar que, al ser un servicio de restaurante con tradiciones y culturas “a la carta”, se pasa de vender productos a vender una experiencia local, de la mano de productores de la zona. Uso que hacen de las TIC para promocionar y dar a conocer la cultura gallega, que se encuentra en este tipo de servicios de restauración con notas culturales propias de cada localidad. Reúne todo lo bueno de los productos caseros que no se podían vender como actividad principal, utilizando dicha materia prima y transformándola para servicios de restauración.




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